La resistencia a la corrosión de serie de aleación de cobre está influenciado por varios factores clave, incluida la composición de la aleación, las condiciones ambientales y las propiedades del material. A continuación se ofrece una descripción detallada de los factores que afectan la resistencia a la corrosión de las aleaciones de cobre:
Los elementos agregados al cobre para crear aleaciones impactan significativamente la resistencia a la corrosión:
En el latón, la cantidad de zinc afecta la resistencia a la corrosión. Un alto contenido de zinc puede provocar una descincificación, donde el zinc se lixivia, dejando una estructura de cobre porosa. En el bronce, el estaño mejora la resistencia a la corrosión, particularmente en ambientes marinos. El bronce fosforado, que también contiene fósforo, mejora la resistencia al desgaste y a la corrosión. Agregar níquel (como en las aleaciones de cobre y níquel) mejora la resistencia a la oxidación y la corrosión, especialmente en agua de mar y ambientes químicos hostiles. En el bronce de aluminio, el aluminio mejora la resistencia a la corrosión. incluyendo agua de mar y ambientes de alta temperatura. En el latón con plomo, el plomo mejora la maquinabilidad pero puede reducir la resistencia general a la corrosión.
Las aleaciones de cobre generalmente resisten bien la corrosión del agua dulce, pero algunas aleaciones aún pueden experimentar problemas como picaduras o corrosión si se exponen a condiciones agresivas. Las aleaciones de cobre-níquel y el bronce de aluminio funcionan excepcionalmente bien en agua de mar debido a su alta resistencia a la corrosión del agua salada.
La resistencia de las aleaciones de cobre a ambientes ácidos o básicos varía. Por ejemplo, el latón puede corroerse más rápidamente en condiciones ácidas en comparación con el bronce o las aleaciones de cobre y níquel. La exposición a productos químicos como el dióxido de azufre o el cloro puede provocar una corrosión acelerada. Las aleaciones diseñadas para uso industrial suelen tener propiedades específicas para soportar estas condiciones.
Las altas temperaturas pueden afectar la resistencia a la corrosión de las aleaciones de cobre. Pueden acelerar la oxidación y degradar las propiedades de la aleación. Es posible que no afecten directamente a la corrosión, pero pueden afectar el rendimiento y la fragilidad del material.
La microestructura de la aleación, incluida la distribución de fases y la presencia de precipitados, influye en su resistencia a la corrosión. Las microestructuras uniformes generalmente ofrecen un mejor rendimiento. Las estructuras de grano más fino pueden mejorar la resistencia a la corrosión al reducir la susceptibilidad a la corrosión localizada.
Las superficies lisas y bien mantenidas son menos propensas a la corrosión que las superficies rugosas o dañadas. Los tratamientos y revestimientos de superficie pueden proporcionar protección adicional. La aplicación de revestimientos o enchapados protectores puede proteger las aleaciones de cobre de ambientes agresivos, mejorando su resistencia general a la corrosión.
La tensión o tensión mecánica pueden afectar la resistencia a la corrosión de las aleaciones de cobre. El agrietamiento por corrosión bajo tensión puede ocurrir en algunas aleaciones si se someten a esfuerzos de tracción en ambientes corrosivos. El trabajo en frío o el endurecimiento por deformación pueden afectar la resistencia de la aleación a la corrosión, haciéndola potencialmente más susceptible a fallas relacionadas con la tensión.
El proceso de tratamiento térmico puede influir en la resistencia a la corrosión de las aleaciones de cobre al afectar su microestructura y composición de fases. El método de fabricación puede introducir impurezas o defectos que afectan la resistencia a la corrosión. Un control de calidad adecuado durante la producción ayuda a garantizar un mejor rendimiento.
El mantenimiento regular, incluidas la limpieza y la inspección, puede prevenir la acumulación de agentes corrosivos y prolongar la vida útil de las aleaciones de cobre. El uso de medidas protectoras adecuadas, como recubrimientos o inhibidores, puede mejorar aún más la resistencia a la corrosión en aplicaciones específicas.
Los elementos añadidos al cobre afectan significativamente la resistencia a la corrosión. El níquel y el aluminio mejoran la resistencia, mientras que el zinc y el plomo pueden tener efectos mixtos. La exposición a diferentes entornos, incluidos el agua, los productos químicos y las variaciones de temperatura, influye en el rendimiento de la corrosión. La microestructura y el tratamiento de la superficie de la aleación desempeñan papeles cruciales en su resistencia a la corrosión. La tensión puede afectar la resistencia a la corrosión, particularmente en condiciones de estrés o tensión. La fabricación adecuada y el mantenimiento regular son esenciales para preservar la resistencia a la corrosión.